Danzar emociones
Mariona Casany es psicóloga, experta en Educación Emocional y profesora de danza. Combina su trabajo como profesora en una escuela de danza con varios programas de Educación Emocional en universidades, colegios e institutos y ayuntamientos.
Desde Creator Street nos interesa conocer cómo compaginas y cómo se complementa tu trabajo en el mundo de la danza, con la educación emocional.
A nivel de horario de trabajo funciona muy bien. La danza va dirigida a niños y adolescentes, por lo que es por las tardes, los cursos, al ser en instituciones mayoritariamente públicos se hacen casi todos por la mañana.
A un nivel no logístico, la danza y la educación emocional permiten expresar y gestionar lo que estás sintiendo, ya sea con la danza a través del movimiento como por las herramientas puramente emocionales que enseño. Lo que suele ocurrir es que mis clases de danza tienen un componente de gestión emocional muy elevado y mis cursos de educación emocional tienen movimiento corporal.
¿Qué puede aportar la danza en la formación de los niños? ¿y la educación emocional?
Me parece que la danza en sí ya es formación para los niños, aporta disciplina, valores como compañerismo, capacidad de mejora y gestión de la frustración constante, control de la auto-estima (ya sea porque aumenta o disminuye), motivación, trabajo en equipo… Y, aparte de todo esto, que son valores emocionales y psicológicos, pues ¡que se lo pasan bien! Se mueven, es ejercicio, disfrutan… Es que es algo ancestral. Nos movemos desde que se hacía fuego y hacíamos corritos alrededor. Así que es algo que va con el ser humano, la expresividad corporal. También creatividad…
La educación emocional, tampoco considero que puede “aportar algo” a la formación de los niños; es formación de los niños en sí. Es la base. No es un valor añadido que tú tengas que incluir. Forma parte de las personas. No es una competencia, no es “a partir de hoy seré emocionalmente inteligente”. Es un estilo de vida, “a partir de hoy tomo una decisión libre y consciente de que quiero auto´-gestionar, que quiero mejorar y tomar consciencia de qué siento, qué soy”. Lo que aportaría a la educación, contestando a la pregunta… Lo que propongo hacer es conseguir motivar a los niños para que tomen ese estilo de vida. Es una cuestión de valores.
Y… ¿qué puede aportar la educación emocional en las etapas de secundaria y bachillerato, donde el currículum escolar tiene una serie de objetivos que muchas veces dejan de lado la educación en valores?
La educación emocional está en la base del crecimiento personal. No debería haber una asignatura en el cole llamada Educación Emocional, lo ideal sería que todas las asignaturas en el colegio tendrían que integrar de manera interdisciplinar la educación emocional. El profesor tendría que educar emocionalmente cuando enseña Matemáticas o Lengua o Biología. “Yo desde mi consciencia emocional de profesor de biología te enseño emocionalmente por modelaje”. “Hay 5 competencias emocionales, y tengo 3…” ¡No! Más bien: “Según mi manera de gestionar la ira o la frustración, te enseñaré a ti, mi alumno.”
Entonces, el punto de engranaje sería la formación del profesor y su experiencia vital.
Completamente. La educación emocional de los niños pasa por la educación emocional de los profesores. El impacto que tiene dar una formación emocional a 50 niños de bachillerato es mucho menor que darla a los 20 profesores del colegio. Yo creo que si el profesor es capaz de vivir desde la educación emocional es capaz de transmitirlo a sus alumnos.
En mis clases de danza yo no tengo una asignatura que sea Educación Emocional, tengo Repertorio, Clásico, Jazz, Contemporáneo. Pero en mi mensaje, mi manera y mi cómo, están los valores emocionales, y esto se nota, en la valoración al final de curso, en la que dicen que han aprendido no dicen “he aprendido a hacer un développé (paso de danza)”, sino “he aprendido a quererme a mí misma”. Ahí está la educación emocional.
Si hablamos de la escuela, hay una jerarquía en las materias: Matemáticas con Lengua arriba, después Humanidades, que desaparece Filosofía con la LOMCE, y después, las Artes. Incluso, dentro de las Artes, la Plástica y la Música tiene más peso que la Danza y el Teatro. La pregunta es, ¿qué justifica esta jerarquía y cómo “rescatar” talentos y evitar estas inteligencias que fracasan?
Claro, la jerarquía está por dos razones. La primera, para trabajar desde lo puramente cognitivo, la inteligencia matemática- lingüística, y a partir de aquí se estructuran el resto de materias. La otra parte es socio-política: ¿cómo queremos que sea nuestra sociedad? Ahí una persona poco analítica, con poca intuición y poco desarrolladas las inteligencias es la más vulnerable y manipulable. Cuando desarrollas los talentos, la imaginación, la creatividad, la improvisación… ¡pues aprendes a pensar! Las disciplinas como el arte no funcionan para las personas que no saben o no les gusta pensar. Lo primero que hay que hacer es aprender a utilizar tu cerebro para poder crear algo, sea una obra de teatro, un personaje, una pieza de música…
¿Qué hacer? Pues, no tengo una solución. Por suerte, existen actividades extraescolares donde los niños pueden desarrollar estas capacidades. Ya que una reforma a gran nivel no está a mi alcance como persona física, hago lo que está en mi mano, que es hacer clases gratuitas, ofrecer clases en centros cívicos, y llevar la educación emocional y el arte a las personas con las que tengo contacto… Como a día de hoy no podemos cambiar la educación para mañana lo que podemos hacer, es poco a poco ir cambiando a las personas para que ellas sean las que produzcan los cambios.
En un mundo tan tecnológico como el que vivimos en este siglo, ¿qué claves crees que puede aportar la danza y la educación emocional?
No desvincularse de las personas. Mantener el ritmo y el contacto. Y, sobre todo, por parte de la danza: ¡tocarse! La gente no se toca, se usan estos dos deditos (pulgares para chatear) y no se tocan. No poner un emoticono que sonríe sino sonreír, no uno que llora, sino llorar, y no poner un beso, sino darlo. Abrazarse, no tener miedo al contacto, ¡somos personas!
¿Qué papel ha jugado la creatividad en tu trayectoria?
Es curioso porque nunca me he sentido una persona creativa y es sorprendente porque luego me doy cuenta de que sí lo soy. Me paso el día creando cosas: que si sesiones, que si programas, que si dinámicas, ejercicios de danza, coreografías… Pero aun así me siento poco creativa. Pero, más que creatividad… me gusta llamarle “búsqueda”, “ganas”… ¡es el moverme! Cuando una persona se mueve, las neuronas hacen sinapsis y pasan cosas. Pero, yo no digo: “me voy a poner a crear”… ¡ocurren sinergias en mi cerebro! Quizás esa sea la definición de creatividad. Es curiosidad de lo que me interesa.
¿Qué papel juega la creatividad para tus alumnos?
Intento estimulársela mucho a mis alumnos. Sobre todo en las clases de danza. No tanto los cursos de Psicología, porque al ser pocas horas tengo otros objetivos, que no son desarrollar la creatividad. Pero, con mis alumnos de danza intento trabajar mucho la improvisación, y que sean ellos mismos los que descubran. Ellos no están acostumbrados, porque están más acostumbrados a que hagan lo que les dices. Muchas veces, cuando les dirigimos no quieren hacer lo que les decimos, pero cuando les dejamos libres no saben qué hacer; se bloquean, porque no solemos educar a los niños en esa libertad. Intento buscar espacios de auto-investigación: qué ejercicio me viene mejor para estirar, o qué necesito, crear una coreografía a partir de una música… Intento que busquen recursos que tienen y que no saben que tienen. Así trabajo la creatividad.
¿Qué era lo que más te gustaba del colegio?
Era la gente, los amigos, pasármelo bien, hablar. ¡Las asignaturas se convertían en favoritas según el profesor!
¿Y lo que menos?
Levantarme por la mañana, siempre llegaba tarde.
Asignaturas, algunas, pero porque los profesores no me gustaban… Claro, ¡entiendo que lo hacían lo mejor que sabían o podían!
¿Qué cambiarías ahora como experta en educación? Dime tres claves.
Lo primero, eliminaría las mesas en la mayoría de las clases, cuando no haya que escribir.
También, cada 20 minutos haría relajación, risoterapia… ¡un minuto para mover!
Y… le preguntaría a los niños que quieren hacer. Podríamos hacer una lista de los objetivos del curso, y después, ir guiándoles para que elijan lo que quieren aprender y cómo lo quieren hacer. Es como: dame alas y volare… y si me las cortas ¡me iré aún lejos!
Lo importante es que lo pasemos bien los profesores y los alumnos, y la formación de los profesores y su consciencia. Y, claro, ayudaría tener unos políticos que tuvieran consciencia de lo que implica la educación.